martes, 23 de noviembre de 2010

Pensando en la muerte

Hoy no fue un día lleno de felicidad; al contrario, descubrí muchas cosas que me hicieron pensar sobre lo infeliz que es el mundo. Hace algún tiempo posteaba mi idea de felicidad, pero creo que debe ser redefinida, pues no incluye el factor de la idea de muerte.

La muerte es algo natural, es algo a lo que estamos destinados, todos sabemos que algún día nos llegará ese momento. Pero cuando vemos que la muerte llega a seres indefensos, la perspectiva de la misma empieza a cambiar. Hoy supe de la muerte de un chiquillo de unos ocho o nueve años, creo que lo que más me impactó fue el hecho de visualizarme a mí mismo, de esa edad y muriendo.

La vida puede tener muchas injusticias, paradójicamente le llamamos vida a algo que tiene como finalidad lo contrario: la muerte. Pero ¿qué es la muerte, sino una etapa más de la vida? Una etapa que es para viejos, para los abuelitos que ya necesitan descansar. Cuando reflexiono de la muerte en niños, que no es nada raro en países tercermundistas, pienso que no debe ser algo definido por Dios.

Si ese ente supremo es quien toma las decisiones, qué malas ha tomado este día. Aunque no juzgo las circunstancias, sí juzgo a la vida misma por las injusticias que comete. No es la primera, ni la última, vez que esto sucede, por tanto debo decir que ya es hora de que pensemos en nuestra propia existencia.

Debemos dejar nuestra huella en todos los que queremos, pues la vida es un bien tan efímero, que nunca sabremos cuándo se nos irá de las manos. Parte del sentido de la vida está en trascender, pero no de forma individual, sino una trascendencia colectiva. Colectiva porque debe incluir a los demás, no beneficiarlos materialmente, pero sí enriquecerlos espiritualmente.

Espero que el que lea esto reflexione sobre qué hacen es este mundo y cómo su no existencia puede cambiar o definir a los que lo rodean. Tratemos de hacer bien las cosas, no solo por nosotros, también por los demás.