domingo, 26 de junio de 2011

Carme 85: Odi et amo. Catullo


Por distintas razones llegué a la siguiente poesía de Catullo, un italiano de los años 80 a. C., quien muestra parte de lo complicado que pueden ser los sentimientos.
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Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris. Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
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Traducción, cortesía de Wikipedia:
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Odio y amo. Por qué hago esto, podrías preguntarte. Lo ignoro, pero así me siento y me torturo.
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Este contraste me hace recordar una de las tantas dudas que he tenido en mi vida, esta dualidad del amor y el odio, en la que una puede destruir a la otra. Pero más interesante es ver la forma en que nos da sentido el amar y odiar, nos hace ver lo humanos que somos y la naturaleza tan instintiva que poseemos.
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Ignorar por qué sentimos suena un tanto inocente, pero al analizarlo te puedes dar cuenta que realmente es una tortura sentirse así, pues es tanta la ignorancia sobre la forma de cambiar, que no podemos ir contra ella. Debemos amar y odiar, esto es parte del ciclo de la vida, pero debemos aprender a llevar la armonía entre todas nuestras emociones.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Servicio

Hace poco más de un año, leí La paradoja de James Hunter, un libro de liderazgo, el cual decía que la verdadera esencia --¡y paradoja!-- del liderazgo estaba en el servicio. En ese momento no me sentí del todo identificado, pues ¿qué es el servicio? Será ser voluntario de alguna organización para hacer unas cuantas horas sociales o será el ayudar en una iglesia, o en mi propia casa.

Pues hace poco sentí esa satisfacción de un trabajo bien hecho, un trabajo difícil y gratuito. No, no soy voluntario de Techo ni de la Teletón. Simplemente, sin darme cuenta, me volví parte de una especie de compañia que trabaja con niños de comunidades marginales a quienes les doy mi tiempo de vez en cuando, en lugar de dar una siesta de media tarde. Para los que no saben qué es una comunidad marginal, es como un vecindario situado en los alrededores de grandes ciudades donde la gente vive totalmente marginada de esa sociedad "oligarca" --el típico mal de los países del tercer mundo.

Estos niños recibieron, de parte de los voluntarios, una fiesta navideña, unos juguetes --donados, claro--, pastel, piñatas y un mensaje para demostras que la época de navidad no es un simple juguete o una vacación, sino una celebración por el nacimiento de un hombre que luchó por los demás. Una lucha sin armadura, una lucha que simplemente incluía la buena fe y el amor hacia los demás, así como la satisfacción del servicio.

Interesante el hecho de ver a ese ser poderoso como un líder, como uno de los que ha descubierto la paradoja del liderazgo. Sea creyente o no el lector, podemos decir que la compleja historia de Jesús, el hijo de Dios, es bastante buena --sea tomada como una obra literaria o una verdad presente. Quizás una de las historias más significativas del mundo occidental.

Un ser misterioso manda a su hijo al mundo y lo 'dona' a la humanidad para que esta no le agradezca en ningún sentido. La gran cantidad de creyentes se llena la boca con frases como 'gloria a Dios', 'aleluya', 'amén', entre otro montón más. Pero ¿qué tanto valoran el sacrificio de este bicho? Acaso merecíamos un sacrificio de ese tipo. Cualquiera diría que Jesús estaba loco, pero quizás no lo estaba tanto, pues sabía que si él no hacía algo por la gente, nadie más lo haría.

Como dije al principio, he aprendido a dar mi tiempo a otros; algunos conocidos creen que no está bien que lo haga, pues pierdo mi tiempo con niños con un futuro definido: llegar a lo mucho al bachillerato y ya. Pero si no hacemos el intento, ¿quién más lo hará? Probablemente las pequeñas personitas que consumen mi tiempo no se acuerden de mí en unos años, o quizás sí. De lo que estoy seguro es de que no me pesa regalar mi tiempo para mejorar este mundo tan corrompido en el que vivimos y ojalá ayudar a redefinir el futuro de estos pequeños. El servicio, sin esperar nada a cambio, es muy gratificante. Invito a quien sea que lea esto a que lo pruebe, es una experiencia bastante edificante.

martes, 23 de noviembre de 2010

Pensando en la muerte

Hoy no fue un día lleno de felicidad; al contrario, descubrí muchas cosas que me hicieron pensar sobre lo infeliz que es el mundo. Hace algún tiempo posteaba mi idea de felicidad, pero creo que debe ser redefinida, pues no incluye el factor de la idea de muerte.

La muerte es algo natural, es algo a lo que estamos destinados, todos sabemos que algún día nos llegará ese momento. Pero cuando vemos que la muerte llega a seres indefensos, la perspectiva de la misma empieza a cambiar. Hoy supe de la muerte de un chiquillo de unos ocho o nueve años, creo que lo que más me impactó fue el hecho de visualizarme a mí mismo, de esa edad y muriendo.

La vida puede tener muchas injusticias, paradójicamente le llamamos vida a algo que tiene como finalidad lo contrario: la muerte. Pero ¿qué es la muerte, sino una etapa más de la vida? Una etapa que es para viejos, para los abuelitos que ya necesitan descansar. Cuando reflexiono de la muerte en niños, que no es nada raro en países tercermundistas, pienso que no debe ser algo definido por Dios.

Si ese ente supremo es quien toma las decisiones, qué malas ha tomado este día. Aunque no juzgo las circunstancias, sí juzgo a la vida misma por las injusticias que comete. No es la primera, ni la última, vez que esto sucede, por tanto debo decir que ya es hora de que pensemos en nuestra propia existencia.

Debemos dejar nuestra huella en todos los que queremos, pues la vida es un bien tan efímero, que nunca sabremos cuándo se nos irá de las manos. Parte del sentido de la vida está en trascender, pero no de forma individual, sino una trascendencia colectiva. Colectiva porque debe incluir a los demás, no beneficiarlos materialmente, pero sí enriquecerlos espiritualmente.

Espero que el que lea esto reflexione sobre qué hacen es este mundo y cómo su no existencia puede cambiar o definir a los que lo rodean. Tratemos de hacer bien las cosas, no solo por nosotros, también por los demás.

martes, 19 de octubre de 2010

Hola a mis dos o tres seguidores


Tengo ratos de no publicar --mal del estudio--, pero espero poner un post un día de estos. No he pensado nada específico, aunque podría ser algo un tanto diferente.

Hace algún tiempo, me agarró de escribir lo que soñaba en una libreta. Admito que no soy la persona más normal de este mundo --¿y quién lo es?--; por lo tanto, mis sueños tampoco lo son. Voy a buscar alguno que me haya intrigado y lo voy a tratar de escribir para la siguiente entrada.

Estos últimos días, he estado pintanto. No es mi fuerte, pero sí me entretiene bastante. Tengo ganas de unirme a alguna clase de arte en algún lado para salir un poco del mundo rutinario. ¿Alguna sugerencia?

Bueno, el fin de este post era darle un poco de movimiento a Ojos de Pacún; sin embargo, dudo que haya tanto movimiento con mi incostante participación en las publicaciones... Hoy ni siquiera me acordaba de mi contraseña, ojalá pueda darle un poquito más de vida a mi blog este mes...
(Imagen robada de internet.... perdón si la robé de tu sitio)

lunes, 23 de agosto de 2010

Común y complicada: la felicidad

Un día, Nathaniel Hawthorne dijo: “La felicidad es como una mariposa que, cuando se la persigue, siempre está fuera de nuestro alcance, pero si te paras y te sientas en silencio, podría posarse encima de ti”. Para mí, es más que un sentimiento, más que una acción y más que una sonrisa. Muchas veces, nos ponemos a pensar que deseamos alcanzarla; pero, cuando enfrentamos esos terrible momentos de infelicidad, vemos que es casi imposible llegar a ese estado de plenitud tan anhelado. Definitivamente, la felicidad es muy buscada, pero no siempre encontrada.

Para la ciencia, la felicidad podría consistir en la expulsión de endorfinas en el cuerpo. Para la economía, podría ser cuando el beneficio de algo es mayor que el costo de hacerlo. A pesar de que todo lo anterior es cierto, la felicidad trasciende cualquier explicación científica, pues las personas que la experimentan saben que es una combinación de estados, lo cual los hace sentirse en su máximo esplendor.

A lo largo de la semana, he tenido la oportunidad de preguntar qué es la felicidad. Traté de hacer mi investigación con personas de diferentes gustos y personalidades para encontrar definiciones más variadas; sin embargo, todas las respuestas mantienen cierto grado de similitud, ya que la felicidad, aunque es tan compleja, trasciende lo material y se basa más en lo interior, en el espíritu de cada uno, y en cómo se puede generar una influencia positiva hacia el exterior.

Es curioso que muchos, incluyéndome, dudan sobre qué decir ante tal pregunta. La felicidad nos parece una palabra común en nuestro vocabulario, pero especificar lo que representa en nuestra vida parece ser una tarea un poco complicada. Por eso, empecé preguntándole a mi familia, luego a mis amigos y por último a un grupo de conocidos.

Mi madre me dijo que “la felicidad es un bonito sentimiento que surge gracias a las cosas buenas que nos suceden, ya sea por lo que recibimos de otras personas o por lo que nosotros logramos hacer para que otros estén felices”. Comparto que cuando se logra influenciar positivamente nuestro entorno es cuando hemos llegado a un grado en que es posible transmitir felicidad a los demás, ya que, desde mi punto de vista, cuando nuestros seres queridos están bien, nosotros también lo estaremos.

Por otro lado, hice la misma pregunta a uno de mis mejores amigos, entre risas y bromas me habló de cosas materiales, pero luego de un momento de reflexión me comentó que “la felicidad es un sentimiento que te hace sentir con una gran tranquilidad, entusiasmo, positivismo y una mezcla de un montón de cosas más. No importa todo lo negativo que esté pasando a tu alrededor, siempre te vas a sentir feliz cuando algo te llene por completo, y eso incluye a la familia, los amigos, Dios y el amor”. Él fue de las pocas personas que mencionó a Dios. Creo que parte de la felicidad es cuando se logra un balance de muchas cosas, se es feliz cuando se logra tener bien el ámbito personal y social, pero también es importante tener y renovar un espacio espiritual que logre combinar todos los buenos sentimientos con un ideal de que hay algo más allá de este mundo que está siendo feliz gracias a la felicidad propia.

Mi última “víctima” para completar este ensayo fue una persona "x". Ella piensa que la felicidad es “tener una meta y lograrla; y, lo más importante, lograrlo junto a la familia, compartiendo con el ser amado, los hijos y también con las personas queridas”. Ella, al igual que yo, asocia la felicidad con la autorrealización. El ser o no ser exitoso no definirá del todo quien puede ser feliz, pero seguramente brindará un momento de satisfacción con uno mismo, lo cual hace que muchos se sientan plenos. Cabe mencionar a Ralph Waldo Emerson quien cita: “el éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene”.

Al final de mi investigación, he descubierto que la felicidad se basa en momentos, aquellos que hacen que nos sintamos bien con todo nuestro ser. Por eso, no existe persona feliz, ni tampoco infeliz. Pues, para mí, alguien feliz será aquel que logre tener más de esos momentos y, más importante, que los sepa vivir al máximo. En este mundo lleno de problemas y calamidades es difícil encontrarse en un grado de total felicidad, pero sí importa --y mucho-- cómo se ve la vida y cómo se actúa para mejorar día a día, pues “la mayoría de la gente es tan feliz como ha decido serlo” (Abraham Lincoln).

sábado, 24 de julio de 2010

Decepcionado de una filosofada

La palabra decepción es casi siempre atribuida al amor; no obstante, la filosofía nos puede hacer sentir un poco decepcionados de todo lo que nos rodea, de nuestra vida en general y del universo. En esta ocasión, me he sentido muy decepcionado por una mala filosofada hecha en un examen y que, sin duda, me ha dejado un tanto enojado.

Muchas veces, asumimos que el simple hecho de filosofar es bastante fácil. Creemos que con tener la simple idea de que la filosofía empieza con la admiración podremos llegar a llamarnos buenos filósofos o, por lo menos, buenos estudiantes de filosofía. Por mi parte, nunca me he considerado siquiera un filósofo, creo que hasta hace poco descubrí que en realidad sí lo era, pues es algo propio de la naturaleza humana.

Este día, tuve la oportunidad de demostrar mis habilidades filosóficas en un simple y muy cargado papel, mi examen final de “filo.” Sin embargo, mi sorpresa fue inevitable al ver que no tenía la más mínima idea de lo que me estaban preguntando. Presionado por el tiempo y el hecho de ver que muchos compañeros salían del aula luego de treinta minutos, me hizo poner en duda mis propios conocimientos, esos conocimientos que tan difícilmente había logrado desarrollar durante todo el curso.

No puedo negar que disfruté de todas las discusiones que genera un curso de filosofía. Incluso, me emocioné con el examen de mitad de curso, esperando una nota perfecta, logré una nota normal, común y corriente, arriba del promedio, pero más baja de lo que esperaba. Por eso, decidí esmerarme mucho más para el final, para demostrarme a mi mismo lo bueno que puedo ser en estas cosas. Triste realidad: entiendo todo, pero no sé aplicarlo a la hora del análisis de un texto de mi buen amigo Aristóteles.

Así fue avanzando el tiempo durante la prueba. De pronto, mis ideas empezaron a fluir, dándome la esperanza de tenerlas correctas, así terminé mi examen. Al salir, mayor fue mi decepción al escuchar los comentarios de mis compañeros, lo que sí puedo considerar filósofos y filósofas, quienes tenían unas ideas muchos más elevadas que las mías. ¿Qué me pasó? ¿Por qué será que no pude comprender bien las cosas si había dedicado casi una semana para este examen? Después de eso, me dije a mí mismo “creo que la filosofía no es lo mío” y tal vez estuve viviendo en un engaño que me había hecho yo solo.

Irónicamente, la filosofía plantea que el ser humano está destinado al sufrimiento – ¡y vaya que es cierto!— y nos demuestra que la felicidad es momentánea. Pues yo decidí sufrir, estudiando como psicópata, para tener ese momento tan excitante de felicidad al momento de recibir una nota. Hoy me doy cuenta de que ese instante no llegará y que, a lo mejor, solo me traerá más sufrimiento. ¿Será posible evitar un poco este tipo de decepción?

¡Hola!

Sin tantos formalismos, les voy a contar por qué decidí crear este blog.

La vida es una locura total y siempre nos vamos llenando de experiencias, estas tal vez nos hacen reir, llorar, gritar o simplemente nos demuestran que estamos vivos. De esto se tratará mi blog, de todas esas experiencias que me da la vida y de todo lo que invade mi mente.

Les cuento, también, que no soy muy bueno para la lectura. Para lograr leer un libro completo, debo encontrarle ese destello desde su inicio. Sin embargo, me gusta mucho pasear por diferentes blogs y descubrir lo que la gente piensa. Al igual, me gusta el arte, todo tipo de arte, desde la poesía hasta un excelente graffitti.

Sobre mí, soy estudiante de economía, me gustan los negocios y creo en la igualdad de oportunidades. Aunque sueno un poco idealista, yo sí creo en que podemos hacer un cambio mediante nuestro actos, de poquito a poquito.

Por cierto, no tengo ojos de pacún, simplemente me gusta como suena la frase.

(Imagen: Haida Totem Pole)