lunes, 20 de diciembre de 2010

Servicio

Hace poco más de un año, leí La paradoja de James Hunter, un libro de liderazgo, el cual decía que la verdadera esencia --¡y paradoja!-- del liderazgo estaba en el servicio. En ese momento no me sentí del todo identificado, pues ¿qué es el servicio? Será ser voluntario de alguna organización para hacer unas cuantas horas sociales o será el ayudar en una iglesia, o en mi propia casa.

Pues hace poco sentí esa satisfacción de un trabajo bien hecho, un trabajo difícil y gratuito. No, no soy voluntario de Techo ni de la Teletón. Simplemente, sin darme cuenta, me volví parte de una especie de compañia que trabaja con niños de comunidades marginales a quienes les doy mi tiempo de vez en cuando, en lugar de dar una siesta de media tarde. Para los que no saben qué es una comunidad marginal, es como un vecindario situado en los alrededores de grandes ciudades donde la gente vive totalmente marginada de esa sociedad "oligarca" --el típico mal de los países del tercer mundo.

Estos niños recibieron, de parte de los voluntarios, una fiesta navideña, unos juguetes --donados, claro--, pastel, piñatas y un mensaje para demostras que la época de navidad no es un simple juguete o una vacación, sino una celebración por el nacimiento de un hombre que luchó por los demás. Una lucha sin armadura, una lucha que simplemente incluía la buena fe y el amor hacia los demás, así como la satisfacción del servicio.

Interesante el hecho de ver a ese ser poderoso como un líder, como uno de los que ha descubierto la paradoja del liderazgo. Sea creyente o no el lector, podemos decir que la compleja historia de Jesús, el hijo de Dios, es bastante buena --sea tomada como una obra literaria o una verdad presente. Quizás una de las historias más significativas del mundo occidental.

Un ser misterioso manda a su hijo al mundo y lo 'dona' a la humanidad para que esta no le agradezca en ningún sentido. La gran cantidad de creyentes se llena la boca con frases como 'gloria a Dios', 'aleluya', 'amén', entre otro montón más. Pero ¿qué tanto valoran el sacrificio de este bicho? Acaso merecíamos un sacrificio de ese tipo. Cualquiera diría que Jesús estaba loco, pero quizás no lo estaba tanto, pues sabía que si él no hacía algo por la gente, nadie más lo haría.

Como dije al principio, he aprendido a dar mi tiempo a otros; algunos conocidos creen que no está bien que lo haga, pues pierdo mi tiempo con niños con un futuro definido: llegar a lo mucho al bachillerato y ya. Pero si no hacemos el intento, ¿quién más lo hará? Probablemente las pequeñas personitas que consumen mi tiempo no se acuerden de mí en unos años, o quizás sí. De lo que estoy seguro es de que no me pesa regalar mi tiempo para mejorar este mundo tan corrompido en el que vivimos y ojalá ayudar a redefinir el futuro de estos pequeños. El servicio, sin esperar nada a cambio, es muy gratificante. Invito a quien sea que lea esto a que lo pruebe, es una experiencia bastante edificante.

1 comentario:

uilliaczachrich dijo...

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